Práctica grupal. Relato literario: Hans y Greta en la nueva cuidad. Constelación Hansel y Gretel. #INVTICUA21
HANS Y GRETA EN LA NUEVA CIUDAD
La escasez de recursos obligó a Juanito y Margarita [1] a mandar a sus hijos bajo la tutela de su abuela, que, tras haberse dedicado toda una vida a cantar las óperas más grandiosas en los teatros más hermosos del mundo, se había retirado en un pequeño cottage en las afueras de Londres para vivir sus últimos años de una manera más tranquila. Selva [2] era una mujer de las de ahora, libre e independiente, y tenía muy claro que la vida solo se vivía una vez. Le encantaba viajar, vestirse con trajes de lujo, ir al teatro, tomar el té con sus amigas y comer en los mejores restaurantes de la capital inglesa. Su novio, George Caldera [3], no vivía con ella, pero le aseguraba una vida llena de pasión y regocijo.
Hans y Greta [4], que acababan de cumplir dieciséis años, tardaron en adaptarse al estilo de vida de la abuela. No obstante, desde el primer día quedaron fascinados con la magia de la ciudad: autobuses y cabinas rojas por doquier, amplios puentes construidos sobre el caudaloso río Támesis y el mejor arte urbano de Banksy [5]:
La primera semana de instituto no fue nada sencilla para los hermanos, pues, sin apenas conocer el idioma del país, hubieron de adaptarse a las nuevas normas del centro, estudiar asignaturas totalmente diferentes a las de su antiguo colegio e intentar entablar amistades con compañeros que tenían una cultura y unas costumbres completamente distintas a las suyas. No hubo ni un único día que no llegaran a casa llorando y pidiendo a su abuela que los devolviera a casa con sus padres. Selva, cada vez que se encontraba en esta situación, apenas tardaba en encargarle a su amiga Minnie [6], la mejor repostera de Londres, un brownie con helado de vainilla –el favorito de Greta– y un apple pie –el preferido de Hans– para disfrutar juntos de la hora del té inglesa. Este era sin duda el momento más bonito e íntimo del día, pues abuela y nietos compartían sus hazañas diarias al son de la música que procedía de un viejo tocadiscos de la antigua cantante:
Abends, will ich schlafen gehn,
Vierzehn Engel um mich stehn:
Zwei zu meinen Häupten,
Zwei zu meinen Füßen,
Zwei zu meiner Rechten,
Zwei zu meiner Linken,
Zweie, die mich decken,
Zweie, die mich wecken,
Zweie, die mich weisen,
Zu Himmels-Paradeisen [7]
Cuando los hermanos lograban calmarse, se dirigían a su habitación y se sumergían en sus pasatiempos favoritos para intentar evadirse de la situación que estaban viviendo. Mientras Greta pasaba toda la tarde enganchada a sus videojuegos preferidos, A Plague Tale: Innocence [8] y Fearful Tales: Hansel and Gretel [9], Hans, que siempre había sido un chico solitario al que le fascinaba la lectura [10], devoraba las páginas del libro que le regalaron sus padres en su último cumpleaños: Claus y Lucas, de Agota Kristof [11].
Pese al claro cambio que la mudanza significó en sus vidas, los días de Hans y Greta estaban marcados por una profunda monotonía. Sin embargo, todo cambió en el momento en que Selva recibió una misteriosa llamada. Si bien es cierto que ella se definía por su carácter alegre y extrovertido, a partir de ese momento no hubo un solo instante en que dejara de sonreír. Se pasaba los días cantando y bailando, e incluso empezaba a invitar a George a casa para que tomara el té con ella y los niños, lo cual era realmente inusual. No cabía duda de que algo le ocurría a Selva. Además, el cariño que mostraba a sus nietos resultaba un tanto excesivo, pues no cesaba de achucharlos y de hacerles cosquillas en la barriguita. Pero lo que más extrañó a los hermanos fue la cantidad de encargos que la abuela empezó a realizar un día a su querida amiga Minnie:
–Minnie, honey, necesito que me prepares cuatro cupcakes con nata, dos waffles con mucho azúcar, un apple pie, dos brownies, cuatro muffins de chocolate y una cookie gigante de esas que tanto les gusta a mis nietos. ¿Lo podrías tener todo para el sábado por la mañana? ¡Estoy tan emocionada…!
Los hermanos, que tenían la oreja pegada a la puerta de la habitación de Greta para escuchar la conversación telefónica de la abuela, empezaron a sospechar que algo estaba tramando:
–¿Qué ocurrirá el sábado? –preguntaba Greta.
–Estoy empezando a tener miedo, ¿y si Selva nos quiere engordar para después comernos [12]? ¿Te has fijado la manera en que nos mira la barriguita? Al fin y al cabo, tampoco sabemos si la abuela es de fiar, apenas pasaba tiempo con nosotros cuando éramos niños…
–No digas tonterías, Hans. Leer tanto te está volviendo majareta. Deja de escuchar y ven aquí conmigo a jugar, que me traje de España dos mandos para algo.
A medida que se acercaba la fecha misteriosa, el sábado, la abuela se comportaba de una manera cada vez más extraña. Incluso había abandonado la ópera y había empezado a aficionarse a las canciones de Dani Martín que tanto le gustaba cantar en la ducha [13]:
Y yo solo te pido que no dejes de andar,
solo te pido que perdones mi mal,
solo le pido ahora el camino,
que empezamos solitos, nos quiera ayudar [...]
Cuando dieron las ocho de ese día tan esperado por todos, apenas tardó Selva en despertar a sus nietos para que se vistieran rápido y se fueran al instituto. “¿Y los dulces que se suponía que iba a haber? Si apenas hemos desayunado”, pensaban los hermanos. Así pues, hicieron caso a la abuela y emprendieron su camino diario hacia el colegio, donde el ambiente les iba resultando cada vez más familiar. Pero Hans no podía concentrarse en clase, pues seguía atemorizado por las posibles intenciones de la abuela. “¿Y si no me como todos esos dulces, me seguirá queriendo comer? ¿Y si le digo que meta la cabeza en el horno para comprobar una cosa y después la empujo tal y como hizo Gretel? No, no, nunca le haría eso a la abuela…”. La cabeza de Hans no podía parar de recordar todos los cuentos que sus padres le habían contado cuando era un niño.
Sonó el timbre y, como acostumbraban a hacer día tras día, los hermanos se encontraron en la puerta del instituto para emprender su camino de vuelta. En todo el trayecto no dijeron una palabra; sospechaban que algo se estaba “cociendo” en casa. Cuando llegaron al cottage, vieron que había un coche más aparcado en el porche. “Otra vez está el Caldera aquí”, pensaron. Pero inmediatamente después de tocar el timbre…
–¡¡¡¡SORPRESA!!!! [14]
¡Eran Juanito y Margarita! Los niños no pudieron contener su emoción y, entre lágrimas, se lanzaron a abrazar a sus padres, que estaban igual de contentos por poder estar con sus hijos. Una vez se calmaron todos, empezaron a disfrutar del delicioso banquete que había preparado la abuela y que tanto había preocupado a Hans. El apple pie nunca le había sabido tan bien.
Referencias:
[1] CALLEJA, Saturnino (1910-1919). «Juanito y Margarita». Cuentos de Calleja en colores. Madrid: Ed. Saturnino Calleja S.A.
[2] MATUTE, A. M. (2003) El verdadero final de la Bella Durmiente. Barcelona: Lumen.
[3] GROENING, M. (2009). La Casa-Árbol del terror XI (Temporada 12 Episodio 1). The Simpsons. Gracie Films 20th Television. Disponible en <https://youtu.be/1c1CQmvNibY>
[4] DÁNGEL, Lenka (2018). «Migas de pan». Zenda: XLSemanal. Disponible en: <https://www.zendalibros.com/migas-de-pan/>.
[5] BANKSY, s.f. Hansel and Gretel. Londres (Santa's Ghetto). Disponible en <https://bit.ly/2QU7tES>.
[6] MANSFIELD, Katherine (1920). Sol y Luna. Londres: The Athenaeum.
[7] HUMPERDINCK, E. y WETTE, A. (1893). Hänsel und Gretel. [Ópera]. Hoftheater (Alemania).
[8] A Plague Tale: Innocence (2019). Asobo Studio y Focus Home Interactive.
[9] Fearful Tales: Hansel and Gretel (2015). Eipix Entertainment.
[10] BROWNE, A. (2011) El túnel. México: S.L. Fondo de Cultura Económica de España.
[11] KRISTOF, A. (2007) Claus y Lucas. Barcelona: El Aleph.
[12] GRIMM (1812) Hänsel and Gretel
[13] MARTÍN, D. (2013) Gretel [Canción]. En Dani Martín Álbum. Disponible en <Gretel-Dani Martín - Bing video>
[14] (2004), En el bosque. México: S.L. Fondo de Cultura Económica de España.
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