la encrucijada pandémica: un tiempo de (RE)conocimiento
Fuente: Dark
“Y eso es todo”, dije que en clase, pero no, el profesor de lengua y literatura nos animó a dejar el testimonio de nuestra experiencia literaria y audiovisual en una redacción... y bueno... ¡aquí va! Mi nombre es Rodrigo y estoy cursando 1º de Bachillerato, aunque ahora mismo estamos en las vacaciones de Navidad; muy aburridas, por cierto. Con todo el lío de la pandemia, apenas tengo opción de salir a jugar con los amigos y tampoco es que estén muy dispuestos a hacer videollamadas para ponernos al día. Como mucho, nos conectamos todos al Discord y nos echamos unas partidas al Counter Strike. Entre unas cosas y otras, la cuestión es que ahora tengo bastante tiempo para hacer actividades que antes quizá serían impensables, como dedicar tiempo a la lectura de ocio.
A lo largo de mi vida y, aunque me dé vergüenza reconocerlo, solo he leído los libros obligatorios que me “imponían” en la escuela. Hablo, efectivamente, de los “40 principales” de la literatura, entre los que se incluyen tanto clásicos como libros juveniles: El Lazarillo de Tormes, La casa de Bernarda Alba, La página 64, Diez negritos, El Valle de los Lobos, La llamada de los muertos, Maus, Notas al pie de Gaza, El príncipe de la niebla, El palacio de la medianoche... He de reconocer que muchos de ellos me han apasionado, aunque muchos otros los he llegado a aborrecer. Y, además, es posible que este tipo de “imposición” me haya hecho ignorar la lectura como una posibilidad para pasar tiempo de calidad. Si soy sincero, echo en falta una mayor oferta lectora en la escuela que me hubiera ayudado a (re)conocer mis propios intereses. En cualquier caso, esta encrucijada pandémica ha sido clave para empezar a reflexionar sobre lo que me gusta y lo que no y... ¡eureka! Surgió Santiago Posteguillo con su novela histórica como una auténtica revelación. A raíz de la lectura de La legión perdida, completé la trilogía sobre Trajano y... ¡ojo! Estas navidades ya he comenzado la de Escipión el Africano. También he descubierto a otros escritores como Javier Sierra con títulos como Las puertas templarias o La cena secreta y, más recientemente, a Pedro Baños con su trilogía sobre el dominio mental.
Ahora bien, las vacaciones han dado para mucho más; de hecho, otra gran parte del tiempo libre lo he pasado viendo series y películas que tenía pendientes. En realidad, tengo un gran bagaje cinéfilo –sinceramente, más que de series–, incluyendo a grandes clásicos como Hitchcock y su Psicosis o el gran Tarantino, que es mi director preferido, con títulos como Pulp Fiction, Malditos bastardos, Django desencadenado o Érase una vez en Hollywood. También me gustaría destacar todas las películas de El Señor de los Anillos o las dos llevadas a cabo sobre la Guerra de las Termópilas (300 y 300: el origen de un imperio). En cuanto a las series, como hijo de una cultura concreta, no fui ajeno a One Piece, Dragon Ball, Buffy, cazavampiros, Sobrenatural o Monk, para cambiar de tercio. En la actualidad, han surgido otras que me han sorprendido enormemente, como son los casos de Stranger Things, The 100, Sons of Anarchy, Breaking Bad, Juego de Tronos, The Walking Dead o Peaky Blinders, pero si he de quedarme con una es sin duda Dark, ya que trata los viajes en el tiempo de una manera muy innovadora (y además aborda la distopía apocalíptica, algo que no está tan alejado de nuestra realidad...).
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Fuente: Tráiler de Dark
En definitiva, se suele decir que todo lo malo tiene una parte buena; para mí, la pandemia me ha servido para darme cuenta de que hay muchas maneras de aprovechar el tiempo de ocio. En este caso, la lectura supone ahora una verdadera vía de enriquecimiento, igual que lo siguen siendo todos los contenidos audiovisuales que proporcionan plataformas como Netflix, HBO o YouTube. En realidad, creo que es en este momento cuando empiezo a darle un sentido a la cita de Tolstoi: “Todos piensan en cambiar el mundo, pero nadie piensa en cambiarse a sí mismo”. La lectura, el cine y las series me ayudan a cambiar cada día un poco más, a mejor, espero. Al menos así lo siento.
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