Antes de explicar el título de mi entrada, que a muchos y muchas les puede parecer contradictorio, me gustaría presentarme: Hola, me llamo Andrea (aunque mis amigos y mis amigas me llaman Andy), tengo 16 años y estoy en 4.º de la ESO.
Cuando nuestro profesor nos dijo que debíamos hacer una entrada para el blog de la asignatura en la que expusiésemos nuestra autobiografía lectora y audiovisual me quedé en plan "¿WTF?". Lo primero que vino a mi mente fue: "¿Autobibliografía? ¿Qué es eso? ¿Y cómo voy a hacer yo eso? Seguro que a nadie le importa lo que yo tenga que aportar en esta actividad..." Esto último fue un pensamiento intrusivo. A veces me pasa. A veces siento que lo que tenga que decir puede no importar a nadie, pero ¿sabéis qué? Que últimamente, desde el confinamiento, he tratado de trabajar estos pensamientos negativos y ahora sí que creo que lo que vaya a decir pueda interesarle a alguien.
Me da un poco de corte confesarlo, pero lo haré porque muchos adolescentes como yo pueden sentirse identificados y les puede ayudar. Antes de que sucediese todo el tema de la pandemia y de que nos confinasen no tenía nada de autoestima. Mi inseguridad me cohibía y mi vida era un caos. Necesitaba parar y centrarme en mí un tiempo y eso es lo que me dio el confinamiento. Es por ello por lo que digo que el confinamiento me aportó libertad, pues me ayudó a dedicarme más tiempo, me dio tranquilidad y contribuyó a ese proceso de transición cuyo fin era quererme más. Un proceso en el que la lectura y series también tuvieron un papel fundamental.
He de reconocer que nunca había sido de leer mucho, pero el curso pasado, Carmen, mi profesora de lengua de 3.º, una mujer inspiradora, nos propuso una actividad voluntaria que se trataba de escoger un libro de literatura juvenil y hacer un trabajo. Yo me animé porque uno de los libros que nos daba a elegir me resultó muy interesante. Se titula Las ventajas de ser un marginado, de Stephen Chbosky. Esta novela me marcó y abrió para mí un mundo nuevo, enfocado desde otra perspectiva. De esta forma empecé a interesarme por la lectura y, poco a poco, mi autobibliografía se iba ampliando con otros títulos como La lección de August, de Raquel Palacio; Mentira, de Care Santos; La mansión Dax, de César Mallorquí; Bajo el cielo de Gaza, de Luís Matilla; Eragon, de Christopher Paolini y El Bestiario de Axlin, de Laura Gallego. Eran lecturas con las que algunas veces me identificaba, a veces, veía la realidad desde otro punto de vista y, otras veces, volaba a lugares fantásticos.
No quisiera dejar de lado algunos álbumes ilustrados que hicieron que me interesase todavía más en leer, como Migrantes, de Issa Watanabe; El lenguaje de las Olas, de Magela Ronda y Encantadas, de David Aceituno.
En cuanto a series, he de decir que soy fan de BTS y Blackpink y, durante el confinamiento, tuve la oportunidad de conocer más la cultura surcoreana a través de series como Está bien no estar bien. Destaco esta serie porque pienso que fue la que tuvo un mayor impacto en mí y me ayudó en ese proceso de transición por el que estaba pasando. En ella se da mucha importancia a la salud mental, a cuidarnos, a aceptarnos a nosotros y a nuestros problemas, a no dejar de lado nuestras emociones ni sobreponer las necesidades de los demás a las nuestras, etc. En esta serie, una de las protagonistas es una autora de cuentos infantiles que tiene un trastorno de la personalidad antisocial y en sus libros plasma diferentes problemas o conflictos emocionales por los que pasa el ser humano. Un ejemplo es El niño que se alimentaba de pesadillas, donde trata la importancia de superar los recuerdos dolorosos para poder llegar a ser feliz:
Otro ejemplo es, también, El perro alegre, que simboliza ese miedo a liberarnos, puesto que supondría salir de nuestra área de confort, y que nos produce una tristeza que ocultamos a los demás tras una falsa felicidad:
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