La GUERRA De los MUNDOS: El ANALÓGICO Y EL DIGITAL
Resulta curioso observar la tendencia inequívoca que tenemos los seres humanos a organizar en dicotomías todos los órdenes de la vida: el bien y el mal, la luz y la sombra, la teoría y la práctica, el fondo y la forma, lo material y lo inmaterial... La cuestión es ¿qué lugar ocupa el término medio? ¿Existe de facto o estamos condenados a adscribirnos a uno de los extremos? Este estado de indeterminación podría definir perfectamente a mi generación en cuestiones de etiquetado. Se ha debatido largo y tendido sobre si pertenecemos a la generación analógica o si, por el contrario, ya se nos puede tildar de “nativos digitales”. ¿Acaso no podemos movernos con soltura entre las dos aguas? Sería fantástico y, en realidad, lo es.
Hasta los 16 años, usé asiduamente la libreta de papel y el bolígrafo –o el lápiz, en su defecto–, es decir, dos objetos que, pese a que en la actualidad han perdido mucha presencia, siguen siendo herramientas de trabajo fundamentales. Estuve inspirado en este sentido por la gran Isabel-Clara Simó, que en una conferencia nos animó a llevar siempre encima una libreta y un lápiz para escribir todo cuanto se nos pasara por la cabeza o las cosas relevantes que observáramos. Y así hice y así sigo haciendo; siempre llevo conmigo papeles en los que anotar las cuestiones que considero importantes de la realidad circundante.
Ahora bien, con el progresivo desarrollo y perfeccionamiento de las TIC, comencé a usar tanto desde el móvil como desde el ordenador diferentes plataformas digitales con el propósito de crear contenidos académicos. Hablo, efectivamente, de programas como Microsoft Word o Power Point. Es cierto que, en términos de uso, el Word es la herramienta más importante. Quizá una de las principales razones resida en la naturaleza del grado que he cursado: filología hispánica. He redactado con él innumerables borradores, escritos menores, trabajos de mayor envergadura, anotaciones de clase, cartas formales a distintos organismos públicos, cartas informarles a amigos y a amigas e incluso he diseñado registros para facturas de luz y agua. Además, también lo utilicé en el instituto, mientras que el Power Point solo empecé a usarlo en el contexto universitario.
En la misma línea de creación de contenido, he de destacar las herramientas digitales que ofrecen los programas de Canva y Prezi. Pese a que su uso se restringe más a las asignaturas del Máster de Secundaria, en concreto al diseño de unidades didácticas completas o de actividades más atractivas y sugerentes, el dinamismo de las presentaciones y las múltiples opciones de edición han hecho que ambas se conviertan en plataformas de uso habitual. En relación con el diseño de material didáctico, Kahoot, Voki o Educaplay constituyen recursos indispensables a la hora de promover el uso funcional de las TIC dentro del proceso de enseñanza-aprendizaje, cuyo verdadero horizonte es la renovación de las metodologías educativas. De hecho, muchas de las actividades diseñadas en el marco de las prácticas docentes refieren a estas tres herramientas. La pizarra digital y el hecho de que el alumnado posea tabletas digitales han permitido normalizarlas dentro del aula.
En el ámbito de la formación y la comunicación, destacan, por un lado, las herramientas que remiten a fuentes instantáneas de información lingüística y académica: Dialnet/ BUA y el Diccionario de la lengua española (DLE)/ Diccionari normatiu valencià (DNV). De nuevo, estas cuatro plataformas han sido fundamentales a lo largo de mi experiencia educativa por la naturaleza de mi grado. Además, las consulto recurrentemente para informarme acerca de curiosidades o dudas lingüísticas, así como de temas relacionados con mis intereses personales. Por otro lado, los portales de YouTube y Facebook han supuesto para mí una valiosa mina de sabiduría, ya que existen numerosas cuentas dedicadas a la divulgación científica, cultural, artística o lingüística que nutren y complementan las vías a través de la cuales conformo mi acervo intelectual. En realidad, son una muestra fehaciente de que, si se aplican estrategias para su uso responsable, pueden convertirse en poderosos aliados a la hora de dinamizar el proceso de enseñanza-aprendizaje. Si todo va bien, se publicará dentro de poco tiempo un artículo en el que hago un pequeño canto a YouTube como regenerador del erosionado periodismo televisivo.
Además, gracias a la asignatura “Investigación, innovación y uso de TIC en la enseñanza de lengua y literatura” he comenzado a utilizar Twitter con la misma finalidad. Y es ahora cuando me doy cuenta de la cantidad de cosas que he ignorado por haberme dejado llevar por los prejuicios y haber sido, por tanto, reacio hacia esta herramienta, que me ha demostrado en apenas tres días ser una fuente inagotable de información que se va renovando prácticamente cada segundo. Todas estas herramientas, propias de la telecomunicación, se complementan con los servicios de correo electrónico (Outlook, Gmail y, por extensión, Google Drive), que han sido trascendentales para la transferencia virtual de materiales. En este contexto pandémico, han adquirido más importancia si cabe, puesto que han sido el principal motor para que la educación no se detenga. Del mismo modo, tanto Google Meet como Zoom se han convertido en vías de comunicación a distancia sin las cuales no hubiera sido posible llevar a cabo el ejercicio educativo en plena encrucijada pandémica.
En definitiva, como hijo de un tiempo y de una cultura concretos, mi terreno idiosincrásico es el analógico, ya que la escritura sobre el papel físico sigue formando parte indisociable de mi quehacer diario y, además, lo valoro enormemente porque tengo el convencimiento de que supone ser más consciente del acto de escritura como fenómeno comunicativo. Sin embargo, sería absurdo negar las infinitas bondades que han traído consigo las TIC; unas bondades que he asumido y conciliado con las herramientas analógicas para potenciar mi rendimiento y para facilitar el trabajo diario. Por tanto, sigo manteniendo la misma actitud expectante y receptiva propia de una generación a caballo entre dos mundos ante los avances que todavía nos depara el desarrollo tecnológico.
“La civilización es una carrera entre
la educación y la catástrofe”
Herbert George Wells
*NB. Para darle un toque de humor a la entrada, el siguiente extracto de Los Simpsons contextualiza la imagen inicial e invita a reflexionar sobre la necesidad de educar la conciencia tecnológica:
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