Sueños del pasado en
el futuro
Diario de una
profesora
15 de enero de 2052
Hoy te vuelvo a desempolvar, viejo amigo. Aún recuerdo con nostalgia
el inicio de nuestro camino, las muchas noches donde tan solo la vieja
cafetera Nespresso y la irrefrenable ansia de comernos el mundo nos hacían
compañía. Hoy no son más que anhelados recuerdos; la cafetera decora una
estantería como admirada antigualla y nuestra ilusión fue agonizando día a día,
asfixiada por las imparables nuevas tendencias pedagógicas. ¿Quién lo diría?
Nosotros, que tanto luchamos, codo con codo, contra la enseñanza convencional,
hoy nos vemos arrinconados y menospreciados por la imparable y destructora
innovación educativa.
Creímos mejorar el mundo con nuestra lucha diaria en pos de
desplazar la escuela de la pizarra verde, el alumno pasivo y el maestro
instructivo. Festejamos, tan solo diez años atrás, la victoria definitiva. Hoy
me parece soportar el peso de un siglo sobre mi voluntad. Hoy lloramos el error
de nuestra antigua felicidad. El internet dejó paso al fastnet, los ordenadores se sustituyeron por enormes imágenes
holográficas, las aulas dejaron de tener muros y pupitres, de hecho, ahora ya
ni hay alumnos ni maestros, tan solo imágenes virtuales.
Es cierto que, entre muchos, conseguimos cambiar lo que se
consideraba inamovible. Destruimos los viejos pilares de la enseñanza, hicimos
olvidar los deberes e incluso los exámenes, dejamos de separar a los alumnos
por capacidades o por edades, los chicos salían de clase con ganas de volver al
día siguiente. En una de nuestras últimas batallas libradas, se instauró una
enseñanza donde la innovación mecía en su regazo a la pedagogía del
descubrimiento, una enseñanza basada en la empatía y en la motivación y
estimulación de la creatividad discente.
Entonces, ¿qué ocurrió? ¿Cuándo se nos fue de las manos la
enseñanza? ¿Cuándo se convirtió en ese voraz monstruo que se alimenta de los
vínculos afectivos convirtiéndolos en su propio desarrollo? Quizás cuando dejamos
de reflexionar y nos dejamos llevar por los suaves y embriagadores vientos de
la imparable tecnología y la novedad. Quizás cuando asistimos impasibles al
cambio del calor humano por la fría globalización, cuando dejamos que se
perdiese el vínculo de la enseñanza con la vida misma.
Quizás todo sea nuestra culpa, querido y olvidado diario,
mi inestimable amigo.
Excelente relato, con muchas ideas para reflexionar
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