E-MAIL A MI YO DEL PASADO
Querida yo del pasado:
Hoy por fin he decidido escribirte para tranquilizarte y decirte que todo está bien, que esos temores que te recorrían el cuerpo no eran sino los nervios de quien se asoma al abismo sin fondo del mundo laboral. Es cierto que los tiempos han cambiado: el maldito virus que nos invadió hace diez años dejó grandes secuelas en la sociedad y, por ende, en la educación. Todos nos acostumbramos –o, mejor dicho, nos acomodamos– a realizar los claustros de manera virtual y el profesorado pensó que sería buena idea seguir con la docencia semipresencial, pues así se evitan aglomeraciones y las clases resultan mucho más dinámicas con los grupos reducidos. Otro cambio sustancial que se acaba de implementar en todos los centros está relacionado con las gafas de realidad virtual de que dispone todo estudiante para asistir virtualmente al aula los días que no pueda acudir presencialmente –por enfermedad u otros motivos–. Estas, además, reproducen en la clase la imagen del alumnado de manera corpórea, lo cual permite interactuar con él.
En cuanto a tu asignatura favorita, lengua y literatura, no tienes nada que temer, porque hemos conseguido que el estudiantado sienta placer por la lectura de los clásicos a partir de unos libros de realidad semivirtual que trasladan al lectorado al lugar de la acción descrita y, a medida que este lee, el escenario cambia para ajustarse lo mejor posible al texto. También me gustaría decirte que hemos dado con la fórmula para enseñar la sintaxis de manera que resulte útil y relevante; no obstante, aún no puedo revelártela, pues todos estos diez años de investigación habrían sido en vano. Por el resto de materias tampoco debes preocuparte, porque, si bien es cierto que ha supuesto una lucha política y social que ha abarcado toda una década, por fin hemos concienciado a todos los adolescentes y sus familias de la importancia de la alimentación, el deporte, y la salud mental mediante la asignatura Salud. Esta ha permitido acabar con los ultraprocesados, el sedentarismo y ha paliado los problemas psicológicos que conlleva una etapa tan complicada como la adolescencia. También hemos conseguido sensibilizar a toda la comunidad educativa acerca de los peligros del cambio climático por medio de la asignatura Medio ambiente, en la que se enseña a reducir la huella ecológica que los seres humanos dejamos en el planeta.
Pero no todo son cosas buenas, no te voy a engañar. Las relaciones entre estudiantes e incluso docentes ahora son mucho más frías; el poder de la tecnología nos ha vencido y nos hemos visto obligados a permitir el uso del teléfono móvil en los institutos. Y es que nadie es capaz de apartar la mirada de la pantalla. Como consecuencia, continuamos luchando de la misma manera que lo hacíamos diez años atrás por fomentar el trabajo cooperativo del alumnado, que cada vez se encuentra más ensimismado y preocupado por el mundo de las redes sociales más que por su realidad física y circundante. Otro factor que se deriva de esta sociedad dominada por las tecnologías es la desaparición del papel y el bolígrafo en el aula; el estudiantado apenas sabe escribir si no es por medio del teclado de un ordenador, móvil o tableta.
Como habrás visto, las cosas han cambiado bastante tanto para bien como para mal. Pero siempre hay que mirar el vaso medio lleno y no rendirse nunca en el intento de llenar la otra mitad. No dudes en contactar conmigo cada vez que algo te perturbe.
Besos y abrazos,
Yo del futuro
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